Plan OMS para vacunar a ricos y pobres se negocia dosis de 10 a 11 dólares
jueves, 10 de septiembre de 2020
Redacción CNS.-
SANTO DOMINGO.- La plataforma de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) creada para garantizar a todos los países, sean ricos o pobres, un acceso
equitativo a una o más vacunas contra la COVID-19 está basando sus
negociaciones en la estimación de un producto que costaría entre diez y once
dólares.
“Las
diferentes tecnologías tienen precios diferentes, todavía no sabemos el precio
final… pero se está trabajando con una estimación de diez a once dólares por
dosis”, dijo a Efe la directora adjunta de la OMS para el acceso a medicinas y
productos sanitarios, Mariângela Batista.
La OMS está
adelantando esfuerzos para que evitar que los países con más recursos acaparen
las vacunas cuando éstas salgan al mercado.
El
precio final dependerá del tipo de vacuna y, sobre todo, de la tecnología que
se utiliza.
Si
se trata de una tecnología bien conocida desde hace tiempo y fácil de
reproducir, como la de los virus inactivados, sería viable aumentar la
capacidad de producción a un precio menor de cinco dólares.
En
cambio, tecnologías más avanzadas como la del RNA y DNA – consistentes en tomar
pequeñas partes del material genético del propio virus en la cantidad justa
para generar una respuesta inmunitaria – podrían costar más, hasta 30 dólares
por dosis.
La
alianza público-privada GAVI, que trabaja desde hace dos décadas en favor del
acceso a las vacunas en países pobres, ha sido encargada por la OMS para
negociar los contratos con los países que desean participar en su plataforma de
vacunas, conocida como COVAX.
Según
Batista, un precio medio de 10 a 11 dólares “toma en cuenta todos los riesgos y
compras agrupadas de diferentes vacunas».
“Algunos
países pueden considerar que este precio es demasiado alto, pero se necesita
tener una base estimada para negociar estos contratos”, agregó.
El
próximo día 18 se cumple el plazo para que los países con capacidad de
financiar la compra de vacunas confirmen su participación en COVAX e indiquen
cuánto dinero están dispuestos a poner, una inversión que no solo les
garantizaría cierto número de vacunas, sino que también financiaría a los
países que no pueden pagarlas.
Por
el momento, 80 países han manifestado interés en asumir ese compromiso y otros
92 han sido elegidos para recibir apoyo de la plataforma.
El
principio que se aplica es que ningún país, por más rico que sea, estará libre
del coronavirus hasta que todos los países lo hayan derrotado en un mundo
interconectado.
Nueva
Zelanda ha sido un ejemplo de ello. A mediados de agosto, tras cien días sin
reportar casos de COVID-19 y cuando la vida había vuelto a la normalidad, las
autoridades sanitarias confirmaron que se había detectado un nuevo grupo de
casos.
Del
otro lado de la ecuación, COVAX puede interesar a la industria farmacéutica en
la medida en que las compras agrupadas le permitirían asegurarse la venta de
cientos de millones de dosis.
La
OMS estaría encargada de su distribución a cada país participantes en COVAX
sobre una base de igualdad y con el objetivo de cubrir al 20 % de cada
población para finales de 2021, lo que permitiría proteger en una primera fase
a personal sanitario y personas mayores.
El
reto financiero es faraónico y la OMS ha calculado que se requerirán 18.000
millones de dólares en los próximos 16 meses para la producción de las 2.000
millones de dosis requeridas para cumplir esa meta.
Los
expertos de la OMS están convencidos de que habrá “vacunas”, en plural, porque
todo apunta a ello, pero de lo que no están seguros es de si habrá una primera
que tome distancia de las demás.
A
pesar de que las más grandes marcas de la industria farmacéutica están abocadas
al desarrollo de vacuna y tratamientos para la COVID-19, la OMS ha llamado al
realismo y ha advertido de que las primeras vacunaciones para grupos de riesgo
podría realizarse como muy pronto a mediados del próximo año.
Para
la población en general la espera será más larga. Lo más probable es que hasta
2022 no hayan campañas de vacunación masiva contra la enfermedad que ha causado
más de 27,5 millones de infecciones en poco más de ocho meses.
En
medio de la impaciencia por una vacuna, el anuncio de la farmacéutica
sueco-británica AstraZeneca de que paraliza el ensayo clínico de su vacuna por
la enfermedad inexplicable de uno los participantes (en curso de investigación)
ha sido una ducha de agua fría.
El
hecho ha servido para que la OMS recuerde que el apuro no puede hacer perder de
vista que cualquier vacuna debe cumplir todas las fases para garantizar su
seguridad y eficacia.
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